Con una dirección IP dedicada, disfrutarás de una reputación online sin riesgos y podrás acceder a redes que restringen las IP.
En el sentido tradicional, una IP dedicada es una dirección IP estática que se asigna a una única cuenta de alojamiento web, lo que significa que nadie más puede usarla. Esto permite que los propietarios de sitios web accedan a sus sitios con una IP en lugar de utilizar un nombre de dominio.
Pero existe también una IP dedicada que puedes conseguir como complemento a tu suscripción de VPN. Normalmente, cuando te conectas a un servidor VPN, tu dirección IP cambia, pero la compartes con otros usuarios. Sin embargo, puedes comprar una IP dedicada que te pertenecerá a ti exclusivamente.
La principal diferencia entre una IP dedicada y una compartida es quién puede usarla. Una IP dedicada es una dirección de protocolo de internet que un servicio, por ejemplo un proveedor de VPN o de alojamiento, asigna en exclusiva a la cuenta de un usuario. Una IP compartida es una dirección de protocolo de Internet que un servicio asigna a muchos usuarios.
Existen otras diferencias ente las IP dedicadas y las compartidas. Una IP dedicada tiene menos probabilidades de entrar en la lista negra de ciertos sitios web; además, permite evitar los CAPTCHA y facilita los pagos online. Con una dirección IP compartida, la huella de tu actividad online queda oculta entre las actividades de los demás usuarios que utilizan la misma IP. Con una IP dedicada es más fácil identificar a los usuarios, porque está vinculada a su dirección de email.
Puedes protegerte utilizando una IP dedicada junto con una VPN, ya que entonces tu verdadera IP quedará oculta a ojos de terceros, tanto si es dedicada como compartida. De esta manera, tendrás control total de tu reputación online a la vez que mantienes la seguridad en internet.
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