Un timbre que te permite ver quién llama a través de tu teléfono. Un horno que calienta tu cena cuando llegas a casa. Una nevera que te recuerda que tienes que comprar leche. El Internet de las Cosas (IoT) tiene el potencial de hacer nuestras vidas mucho más fáciles, pero ¿a qué renunciamos cuando usamos estos dispositivos? ¿Y merece la pena?
Laura Klusaite
Jun 22, 2021 · 4 minuto de lectura
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Si no sabes qué es IoT, una manera de percibirlo es visualizando una internet compuesta no por usuarios humanos, sino por diferentes dispositivos. Se puede introducir un procesador y una serie de sensores en cualquier herramienta y hacerla formar parte del Internet de las Cosas.
Aunque el concepto del IoT es antiguo, en los últimos años está teniendo lugar un auténtico boom de este tipo de dispositivos, gracias a un auge de procesadores pequeños y económicos, y a las integraciones con los smartphones a través de apps.
Hay proyecciones que estiman que en 2025 habrá más de 75 mil millones de dispositivos conectados al IoT, lo que permitirá agilizar nuestro día a día, pero también implicará una serie de riesgos de ciberseguridad que debemos corregir. Actualmente, la mayoría de usuarios del IoT no comprende los riesgos que comporta el uso de sus dispositivos.
La principal ventaja del internet de las cosas pasa por la conveniencia de poder controlar de forma remota una amplia variedad de dispositivos, mientras que su principal desventaja radica en sus riesgos de seguridad.
Los dispositivos del IoT pueden monitorizar de forma remota el equipo médico y los signos vitales de los pacientes, enviar alertas a las enfermeras, e incluso revisar la condición de las prótesis.
La industria del agua, el gas, el petróleo o la electricidad dependen de una extensa infraestructura repartida por todo el país. Esto incluye miles de cañerías, válvulas y medidores que deben ser monitorizados. Esto puede agilizarse utilizando el IoT.
Un simple router puede permitirte conocer la ubicación de tu autobús, crear un hotspot para que los pasajeros se conecten a internet, y controlar una cámara en su interior. Los automóviles, camiones, trenes, barcos, e incluso los aviones tienen dispositivos IoT instalados a bordo.
Los dispositivos del IoT se conectan a internet utilizando redes móviles, Wi-Fi o cables ethernet. En un hogar, normalmente la red está centralizada en torno a un router, mientras que cada tipo de dispositivo utiliza a su vez los servidores centralizados de su empresa fabricante.
La centralización en servidores externos de dispositivos como las cámaras de vigilancia o los asistentes virtuales puede resultar conveniente hasta cierto punto, pero también supone un grave riesgo de ciberseguridad, ya que un fallo en la seguridad de estos servidores podría suponer la filtración de la información privada de miles de hogares en todo el mundo.
Los dispositivos del IoT reúnen diversas condiciones que los hacen particularmente vulnerables en materia de ciberseguridad.
Se prevé que durante los próximos años aumente considerablemente el número de dispositivos de IoT, tanto en los hogares como en los entornos laborales y las industrias. Dispondremos de más dispositivos y los utilizaremos más a menudo, lo que hará necesario dar nuevos pasos en materia de ciberseguridad para prevenir hackeos y garantizar nuestra privacidad.
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